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[Privado] New Year Celebration
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[Privado] New Year Celebration
Previo a la llegada a Roma
Así que esto era Londres, Inglaterra, la ciudad que carecía de un brillante sol y gozaba de incontables lluvias al año. Que clima tan perfecto.
En los últimos dos siglos no se había tomado la molestia de recorrer, como era debidamente, las calles inglesas; fuera del London Eye, Westminster Palace, Big Ben y el Tower Bridge… sus memorias habían sido tergiversadas por el tiempo y el desarrollo de nuevas edificaciones.
Pasados pocos días desde su despertar en la sala de observaciones del hospital St. Louis, volvía a sentirse “entero” por vez primera, capaz de andar tranquilamente junto a su preciada acompañante (desde el incidente en Budapest): La elegancia. En cualquier sitio, a cualquier hora del día. Esa noche especialmente mantendría su naturaleza oculta para hacerse pasar por uno más del montón. Desgraciadamente aún necesitaba de grandes cantidades de vitae para lograr recuperar, ya no su encanto físico, sino aquél que le daba el poder de ser quien alguna vez.
Poder, sí… era eso de lo que carecía actualmente. Era como si cada una de sus virtudes, salvo algunas pocas esenciales, se hubiesen tomado un largo periodo de receso. Y no volvían, no daban señal alguna de su existencia. Se habían ido, haciendo a sí mismo sentirse un completo inútil como vampiro antiguo.
-¿Gusta champagne, caballero?- Mesera, talla mediana y baja de estatura, simpático rostro pero nada más allá. Tal vez unos 23 debido a la frescura denotada en su bien humectada piel. Asintió, alzó la diestra y tomó una copa con el burbujeante a tres cuartos. Bastó una sonrisa como agradecimiento.
A comparación del resto de los presentes rebosantes de emoción y alegría, muchos acompañados de sus seres queridos, sentados alrededor de sus mesas riendo, charlando, brindando incluso anticipadamente, Marius se mantenía en pie, plantado con copa en mano y negros guantes de cuero adornando la misma; no hacía mucho que había nevado, así que la chaqueta hacía juego perfecto en su papel. Daba la espalda al festejo interior pero enseñando la cara al exterior. A pesar de todo era duro aceptar la situación por la que cruzaban sus días, mejor no mencionar de dónde había conseguido tan lujoso traje. Ansiaba conocer, sin embargo, las demás sorpresas que le guardaba el destino, fueran buenas o malas… las disfrutaría. La serenidad de su rostro se reflejaba en el cristal.
- Referencia:
Esa noche sería la última del año, la que muchos denominaban cierre de ciclo, motivo de celebración, propósitos y deseos para el año que se mostraba, metafóricamente hablando, impaciente por llegar. Tal vez él también podría emprender un par de cambios, no vendría mal… después de todo era necesario “reiniciar” en ciertos aspectos (como conseguir una nueva casa). Eso de la mudanza no era muy de su agrado al pensarlo, pero no había mucho que hacer con las pocas ruinas que quedaban de la mansión.
Entre otras cosas, buscar otros de su tipo, tal vez a alguno de sus elegidos. Era complicado cuando no tenía ni la más mínima idea de quienes realmente pudieron haber sobrevivido y dónde podrían estar residiendo ahora… con la carencia de sus dones. Había perdido esa capacidad para rastrear más allá de.. tal vez un kilómetro o dos. Prácticamente se encontraba solo.
¿Dónde estaba? Frente al Big Ben, claro. Oh, no, no en el bulevar, estaba en uno de esos afamados restaurantes terriblemente concurridos por los visitantes de otros países, bastaba con dejar a la imaginación cómo se encontraba siendo frecuentado esta noche. Turistas. Todos convivían con todos, se ponían gorros festivos, jugaban con las serpentinas y toda cosa que encontraban en la mesa. Lo único que él esperaba era encontrar a algún vástago, aliado o hasta viejo conocido, pero no había más que gente ordinaria. Comenzaba a tornarse aburrido.
Gackt [Marius]- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/05/2015
Edad : 35
Localización : Roma
Re: [Privado] New Year Celebration
Era notoria la diferencia del encanto londinense bajo el cielo diurno y nocturno. En este último brillaba una belleza mucho más misteriosa que en el primero, y aunque la luz del sol le resultaba mucho más cercana y acogedora, aquella era una noche especial, perfecta para darle una oportunidad a las nuevas experiencias.
La invitación que lo sacó del hogar aquella tarde fue recibida por la mañana y no dudó en aceptarla. Navidad había sido el momento de dedicarse a sus propios asuntos y mantener las apariencias respecto al resentimiento de su receptáculo hacia la madre, mas no podía hacerla esperar por siempre; se había autoimpuesto la tarea de ayudar al joven en aquel asunto y no creyó tener mejor oportunidad que esa para iniciar, después de todo, año nuevo parecía una celebración mucho menos intima que la anterior.
Pasaron por él (“su” madre y el novio de ella) cerca de las nueve y le regalaron un complejo paseo por la ciudad antes de decidir qué restaurante sería más apropiado para el disfrute de la noche. Podrían haber visitado algunos de los locales en los que eran jefes de cocina respectivamente, pero al parecer no era el único que ansiaba probar cosas nuevas y debían aprovechar que los sub chef estarían a cargo en aquella oportunidad.
Así, gracias a su gran suerte (o a los contactos de ellos, quién sabe), aún entre la multitud consiguieron una mesa para instalarse a cenar y a beber –agua, por supuesto- como toda una familia feliz. Era buena forma de describir, desde lejos, lo que en realidad era la escena de una alegre pareja más un chico perdido entre el movimiento y el ruido: quizá algún pariente lejano, o alguien que terminó allí por error.
Se mantuvo junto ellos, pese a lo anterior. Compartió algunos de los comentarios, sonrió aún sin entender muy bien lo que hablaban y respondió adecuadamente las preguntas que le hicieron.
Cuando acabó la comida, o en su caso, cuando de esta sobró poco más de la mitad, decidió darles su espacio y recorrer parte del lugar. Se disculpó educadamente, acomodó la silla y logró dar un par de pasos antes de encontrarse con el grupo de persona que festejaba de pie y con algo menos de recato. Con este, entre empujones y el mismo movimiento de la masa, fue llevado hasta el otro extremo del recinto.
Su límite, gracias a Dios, fue una ventana, sin la cual no habría logrado salir en una pieza de tal situación. Y efectivamente fue aquello lo primero que verificó. El excesivo y brusco contacto con otros le había afectado un poco, mas ahora al menos lograba respirar.
Con ayuda del frío exterior que conducía el cristal, intentó reponerse tanto física como mentalmente. Lanzó un suspiro contra su reflejo y entonces, apenas a unos centímetros de distancias distinguió una figura masculina igualmente ajena al resto ¿Será que esperaba a alguien?
Lo observó con curiosidad unos segundos antes de acercarse un poco, dar media vuelta y apoyar su espalda contra el vidrio. –Parece que la fiesta toma cada vez más energía –comentó al aire. Luego giró el rostro y le sonrió directamente. -¿Le molesta si me quedo aquí un instante?
La invitación que lo sacó del hogar aquella tarde fue recibida por la mañana y no dudó en aceptarla. Navidad había sido el momento de dedicarse a sus propios asuntos y mantener las apariencias respecto al resentimiento de su receptáculo hacia la madre, mas no podía hacerla esperar por siempre; se había autoimpuesto la tarea de ayudar al joven en aquel asunto y no creyó tener mejor oportunidad que esa para iniciar, después de todo, año nuevo parecía una celebración mucho menos intima que la anterior.
Pasaron por él (“su” madre y el novio de ella) cerca de las nueve y le regalaron un complejo paseo por la ciudad antes de decidir qué restaurante sería más apropiado para el disfrute de la noche. Podrían haber visitado algunos de los locales en los que eran jefes de cocina respectivamente, pero al parecer no era el único que ansiaba probar cosas nuevas y debían aprovechar que los sub chef estarían a cargo en aquella oportunidad.
Así, gracias a su gran suerte (o a los contactos de ellos, quién sabe), aún entre la multitud consiguieron una mesa para instalarse a cenar y a beber –agua, por supuesto- como toda una familia feliz. Era buena forma de describir, desde lejos, lo que en realidad era la escena de una alegre pareja más un chico perdido entre el movimiento y el ruido: quizá algún pariente lejano, o alguien que terminó allí por error.
Se mantuvo junto ellos, pese a lo anterior. Compartió algunos de los comentarios, sonrió aún sin entender muy bien lo que hablaban y respondió adecuadamente las preguntas que le hicieron.
Cuando acabó la comida, o en su caso, cuando de esta sobró poco más de la mitad, decidió darles su espacio y recorrer parte del lugar. Se disculpó educadamente, acomodó la silla y logró dar un par de pasos antes de encontrarse con el grupo de persona que festejaba de pie y con algo menos de recato. Con este, entre empujones y el mismo movimiento de la masa, fue llevado hasta el otro extremo del recinto.
Su límite, gracias a Dios, fue una ventana, sin la cual no habría logrado salir en una pieza de tal situación. Y efectivamente fue aquello lo primero que verificó. El excesivo y brusco contacto con otros le había afectado un poco, mas ahora al menos lograba respirar.
Con ayuda del frío exterior que conducía el cristal, intentó reponerse tanto física como mentalmente. Lanzó un suspiro contra su reflejo y entonces, apenas a unos centímetros de distancias distinguió una figura masculina igualmente ajena al resto ¿Será que esperaba a alguien?
Lo observó con curiosidad unos segundos antes de acercarse un poco, dar media vuelta y apoyar su espalda contra el vidrio. –Parece que la fiesta toma cada vez más energía –comentó al aire. Luego giró el rostro y le sonrió directamente. -¿Le molesta si me quedo aquí un instante?
- Referencia:
Jung Hae Won [Harahel]- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 12/05/2015
Edad : 34
Re: [Privado] New Year Celebration
Observó la copa un instante. La siniestra que se guardaba de pronto salió sólo para dedicarse a rodear lentamente con su índice el borde del fino cristal que mantenía presas las burbujas, las cuales, con esfuerzo subían hasta la superficie para explotar con delicadeza, uniéndose las unas a las otras. Tomó un respiro corto y humedeció el labio superior con el borde del champagne para después, con disimulo, pretender gustar del sabor.
Nada…
Era como tomar un insignificante trago de agua, no había sabor alguno en el licor del cual a sus espaldas sonaban los mejores halagos sólo con ver la marca e inspirar el aroma a durazno.
Bah, regresó aquella mano a su anterior guarida, el cristal comenzaba a empañarse debido a la humedad de fuera, y por si fuera poco, el ruido subía de tono apenas lográndose distinguir la música de fondo (música navideña aún… para acabarla). Otra vez habría que retirar esa mano del bolsillo, esta vez para arreglar esa capa de agua que le privaba la vista hacia el gran reloj, y estuvo a punto pero…
Enarcó la ceja derecha a la par que sus grisáceos orbes ladeaban en dirección a la voz más próxima, lo primero sólo un instante, lo segundo se mantuvo. Parecía muy joven y delicado en cuanto a rasgos, bastante esbelto y sólo con escasos centímetros extra a su comparación; entre todo no se acercaba ni en lo más mínimo a la apariencia de un inglés, pese a ello gustaba de su elección de color en la vestimenta. Tal vez fue eso lo que principalmente llamó su atención lo suficiente como para no ignorar de modo olímpico sus próximas palabras. Sin embargo, aguardó a encontrarse directamente con su rostro, entonces hablaría, y tal como minutos antes, sonreiría. –Nunca está de más un toque de compañía.– Así fue.
No habrían pasado más de 2, 3 segundos antes de, con gentileza, cubrirse los labios con el costado de su (nuevamente) libre siniestra para carraspear breve y centrarse en él un poco mejor. –¿Sería muy atrevido preguntar qué le trajo a Londres antes de optar por el orden de presentaciones?– "Mi nombre es ... ¿con quién tengo el gusto?" Detestaba esas notas al inicio de la canción. Al fin y al cabo la mayoría de los presentes eran extranjeros en ese sitio, aunque la mayoría europeos. Aquello podría ser una de las típicas charlas entre extraños durante las fiestas, lo más probable era que después de esa noche no volvería a saberle. Quién sabe.
Ladeó el cuerpo ahora para darle el frente en vez del perfil y demostrarse un poco más dispuesto a socializar que instantes antes; movió un par de veces la copa de manera circular haciendo danzar al licor. Un camarero no demoraría en aproximarse a ambos tras su lucha por salir con la bandeja ilesa de entre el barullo de alocada gente para ofrecer de nueva cuenta el champagne para el muchacho más joven, asegurándose que a nadie le hiciese falta con qué brindar a la media noche.
Nada…
Era como tomar un insignificante trago de agua, no había sabor alguno en el licor del cual a sus espaldas sonaban los mejores halagos sólo con ver la marca e inspirar el aroma a durazno.
Bah, regresó aquella mano a su anterior guarida, el cristal comenzaba a empañarse debido a la humedad de fuera, y por si fuera poco, el ruido subía de tono apenas lográndose distinguir la música de fondo (música navideña aún… para acabarla). Otra vez habría que retirar esa mano del bolsillo, esta vez para arreglar esa capa de agua que le privaba la vista hacia el gran reloj, y estuvo a punto pero…
Enarcó la ceja derecha a la par que sus grisáceos orbes ladeaban en dirección a la voz más próxima, lo primero sólo un instante, lo segundo se mantuvo. Parecía muy joven y delicado en cuanto a rasgos, bastante esbelto y sólo con escasos centímetros extra a su comparación; entre todo no se acercaba ni en lo más mínimo a la apariencia de un inglés, pese a ello gustaba de su elección de color en la vestimenta. Tal vez fue eso lo que principalmente llamó su atención lo suficiente como para no ignorar de modo olímpico sus próximas palabras. Sin embargo, aguardó a encontrarse directamente con su rostro, entonces hablaría, y tal como minutos antes, sonreiría. –Nunca está de más un toque de compañía.– Así fue.
No habrían pasado más de 2, 3 segundos antes de, con gentileza, cubrirse los labios con el costado de su (nuevamente) libre siniestra para carraspear breve y centrarse en él un poco mejor. –¿Sería muy atrevido preguntar qué le trajo a Londres antes de optar por el orden de presentaciones?– "Mi nombre es ... ¿con quién tengo el gusto?" Detestaba esas notas al inicio de la canción. Al fin y al cabo la mayoría de los presentes eran extranjeros en ese sitio, aunque la mayoría europeos. Aquello podría ser una de las típicas charlas entre extraños durante las fiestas, lo más probable era que después de esa noche no volvería a saberle. Quién sabe.
Ladeó el cuerpo ahora para darle el frente en vez del perfil y demostrarse un poco más dispuesto a socializar que instantes antes; movió un par de veces la copa de manera circular haciendo danzar al licor. Un camarero no demoraría en aproximarse a ambos tras su lucha por salir con la bandeja ilesa de entre el barullo de alocada gente para ofrecer de nueva cuenta el champagne para el muchacho más joven, asegurándose que a nadie le hiciese falta con qué brindar a la media noche.
Gackt [Marius]- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/05/2015
Edad : 35
Localización : Roma
Re: [Privado] New Year Celebration
Los instantes que el hombre a su lado tardó en responder a su pregunta los empleó en rescatar aquellos detalles que la conmoción del momento le impidió notar. El cristal, por lo demás, había sido demasiado impreciso al describir la elegancia de su porte, la madurez de su semblante pese a la evidente juventud y la tonalidad peculiarmente clara de sus ojos.
Intentó ocultar el asombro y la admiración, aunque quizá no tuviera mucho éxito. En cuanto fue capaz de reaccionar deshizo torpemente la posición en la que se encontraba, se situó frente a él con la misma disposición a socializar y un segundo después se encontraba lo suficientemente calmado como para desenvolverse adecuadamente. Lo siguiente que llamó su atención fue la brillante sonrisa del joven, sin embargo, esto no se comparó al eco que dejó su mensaje en la cabeza del celestial.
No sabía en realidad qué tan preciso habría sido el contrario en cuanto a la elección de sus palabras, mas aquel “Nunca está de más un toque de compañía” podía interpretarlo como señal de no haber compañía que le correspondiera en ese momento.
Sintió dicha al considerar la posibilidad y asintió al instante, por una parte, agradecido igualmente de ser acogido tan amablemente, incluso cuando ninguno sabía nada del otro. Quizá de allí naciera la interrogante que sucedió en el dialogo, la que no dejó de causarle curiosidad debido a que había escuchado palabras similares con anterioridad. Así fue. Una jovencita en el parque hace unos días había formulado un cuestionamiento bastante similar ¿Sería muy extraña la presencia de coreanos en Inglaterra?
Rió despreocupadamente –No, no creo que lo sea. –El problema recaía en la complejidad de la respuesta. –Yo… estoy aquí por trabajo, pero especialmente… debido a una serie de eventos poco afortunados. –No hizo falta que fingiera el pesar, su empatía y el tiempo que acompañó en silencio a su actual receptáculo eran factores suficientes para que entendiera, e inclusive, hiciera propio el dolor de perder al padre. –¿Qué tal usted?
Optó por interpelar del mismo modo a su acompañante, poco a poco comprendía que dicha información podría decir mucho más de él que su propio nombre, a menos, claro, que se tratara de alguna figura reconocida. El ángel no lo habría identificado de cualquier manera, pero se ponía en la situación de alguien común.
Un camarero se acercó entonces y en vista de la dificultad con la que trasladaba la bandeja no pudo evitar sentirse horrible nada más oír su ofrecimiento. Con inquietud debatió internamente si sería más adecuado aceptar la copa y luego dejarla a un lado, o simplemente rechazarla. –Disculpe, yo no bebo. –dijo al fin y esperó que alguien más disfrutara del trago que él no probaría. No realizó siquiera intento alguno por pedir alguna otra bebida. Se inclinó ligeramente, como sería costumbre en Corea y le despidió con una sonrisa amable.
Intentó ocultar el asombro y la admiración, aunque quizá no tuviera mucho éxito. En cuanto fue capaz de reaccionar deshizo torpemente la posición en la que se encontraba, se situó frente a él con la misma disposición a socializar y un segundo después se encontraba lo suficientemente calmado como para desenvolverse adecuadamente. Lo siguiente que llamó su atención fue la brillante sonrisa del joven, sin embargo, esto no se comparó al eco que dejó su mensaje en la cabeza del celestial.
No sabía en realidad qué tan preciso habría sido el contrario en cuanto a la elección de sus palabras, mas aquel “Nunca está de más un toque de compañía” podía interpretarlo como señal de no haber compañía que le correspondiera en ese momento.
Sintió dicha al considerar la posibilidad y asintió al instante, por una parte, agradecido igualmente de ser acogido tan amablemente, incluso cuando ninguno sabía nada del otro. Quizá de allí naciera la interrogante que sucedió en el dialogo, la que no dejó de causarle curiosidad debido a que había escuchado palabras similares con anterioridad. Así fue. Una jovencita en el parque hace unos días había formulado un cuestionamiento bastante similar ¿Sería muy extraña la presencia de coreanos en Inglaterra?
Rió despreocupadamente –No, no creo que lo sea. –El problema recaía en la complejidad de la respuesta. –Yo… estoy aquí por trabajo, pero especialmente… debido a una serie de eventos poco afortunados. –No hizo falta que fingiera el pesar, su empatía y el tiempo que acompañó en silencio a su actual receptáculo eran factores suficientes para que entendiera, e inclusive, hiciera propio el dolor de perder al padre. –¿Qué tal usted?
Optó por interpelar del mismo modo a su acompañante, poco a poco comprendía que dicha información podría decir mucho más de él que su propio nombre, a menos, claro, que se tratara de alguna figura reconocida. El ángel no lo habría identificado de cualquier manera, pero se ponía en la situación de alguien común.
Un camarero se acercó entonces y en vista de la dificultad con la que trasladaba la bandeja no pudo evitar sentirse horrible nada más oír su ofrecimiento. Con inquietud debatió internamente si sería más adecuado aceptar la copa y luego dejarla a un lado, o simplemente rechazarla. –Disculpe, yo no bebo. –dijo al fin y esperó que alguien más disfrutara del trago que él no probaría. No realizó siquiera intento alguno por pedir alguna otra bebida. Se inclinó ligeramente, como sería costumbre en Corea y le despidió con una sonrisa amable.
Jung Hae Won [Harahel]- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 12/05/2015
Edad : 34
Re: [Privado] New Year Celebration
Cruzó los brazos, claro que aún la tenía sujeta su copa cuidando no ladearla de más en descuido alguno, procuraba mantenerla a corta distancia de la chaqueta, separando el meñique del resto, nada demasiado exagerado, sólo una pequeña curva.
-Oh, vaya..- Asintió sutil a tal respuesta, apenas frunciendo el entrecejo de manera pensante e incluso.. quizá hubo ladeado un poco la cabeza analizándole las facciones. ¿Cuánto infortunio pudo él haber pasado a comparación propia como para demostrarse tan afectado? –Lo lamento- Musitó antes de tratar de mirar inútilmente por la opaca ventana y continuar –Huir de una novia violenta debe ser muy complicado.- Regresaría entonces la mirada hacia él para guiñarle junto con una media sonrisa en la comisura izquierda, cálida, sin ninguna otra intención más que causar alguna similar entre los labios contrarios. ¿Era posible, Marius? Por una noche tal vez, sí. Un acto poco frecuente entre toda actitud propia. –¿Yo? Estoy bien, gracias.– Dijo altivo. Prefirió reservar palabras al aproximárseles de modo efímero aquél camarero.
Había llamado su atención escuchar ese tan poco sonado “no bebo” entre la multitud. Por un instante sus párpados entrecerraron sospechando… No, imposible. Aquél tenía pinta demasiado fresca, demasiado… pura como para ser alguna clase de aliado, mas pronto reaccionó. Otro muchacho, bastante enfiestado debo decir, estuvo a punto de tomar con torpeza aquella delicada copa de la bandeja, podría decir que sus dedos casi se encontraron con ella, pero no. Con ágil cordialidad del inmortal la hubo tomado agradeciendo con un asentir en sus ojos, incitando personalmente al adyacente. –Siempre podemos fingir que sí.– Y tendiendo el recipiente en mano, tal como si fuese a invitarle a bailar una pieza de vals, aprovechó para aproximarse un poco más decidido a murmurar –Sólo por una noche.- No proseguiría hasta que el más joven hubiese sujetado el apenas sudado, debido al frío de la bebida, utensilio. –Sígame- Casi unísono.
Separó la pierna derecha de la izquierda y con ello ejerció una media vuelta, seguidamente emprendió pausado paso con la certeza de ser igualado por el andar ajeno.
No hizo falta esfuerzo por cruzar entre la oleada de jóvenes, la senda a seguir sería una no muy larga línea imaginaria que se formaba cerca de las paredes hasta dar con un par de cortinas blancas,prácticamente rodeando a los anteriores. Esas largas telas, tafeta y encajes, se encargaban de cubrir unas puertas gemelas que, al abrirlas, brindaban paso hacia un amplio balcón escondido tras un pasillo poco iluminado, en el cual no habría más que una pareja de adolescentes enamorados justo en su punto de hervor. Empero, la importancia dada por quien ahora podríamos llamar “intruso” era nula, ellos se darían cuenta y se irían pronto sintiesen la incomodidad de tener que besuquearse acompañados.
Mucho mejor ¿cierto? Una pequeña mesa redonda yacía a un costado, llevando encima un farolito de madera y cristal, brillantes gorros de año nuevo, y un recipiente con varios cachivaches extra. La vista en altura era mucho más clara a comparación de mirar a través de la turbia ventana. Unos pasos más… Se hubo reclinado hacia el gélido barandal metálico para posar los antebrazos en él, y si el chico aún se mantenía en su compañía, le hubo buscado entonces su mirada con la propia.
-Intento hacerme creer que el destino me trajo hasta aquí de la manera más dolorosa para encontrarme con algo mejor.- Sentenció. En su faz, sin embargo, no había más que paz en ese instante.
El reloj lucía en todo su esplendor anunciando a la ciudad que el tiempo se agotaba.
11:55, 11:56, 11:57, … -Y dígame, caballero ¿cómo preferiría usted iniciar el nuevo ciclo? Tenemos copas, gorros ridículos, nieve en el suelo, entre otras cosas.-
-Oh, vaya..- Asintió sutil a tal respuesta, apenas frunciendo el entrecejo de manera pensante e incluso.. quizá hubo ladeado un poco la cabeza analizándole las facciones. ¿Cuánto infortunio pudo él haber pasado a comparación propia como para demostrarse tan afectado? –Lo lamento- Musitó antes de tratar de mirar inútilmente por la opaca ventana y continuar –Huir de una novia violenta debe ser muy complicado.- Regresaría entonces la mirada hacia él para guiñarle junto con una media sonrisa en la comisura izquierda, cálida, sin ninguna otra intención más que causar alguna similar entre los labios contrarios. ¿Era posible, Marius? Por una noche tal vez, sí. Un acto poco frecuente entre toda actitud propia. –¿Yo? Estoy bien, gracias.– Dijo altivo. Prefirió reservar palabras al aproximárseles de modo efímero aquél camarero.
Había llamado su atención escuchar ese tan poco sonado “no bebo” entre la multitud. Por un instante sus párpados entrecerraron sospechando… No, imposible. Aquél tenía pinta demasiado fresca, demasiado… pura como para ser alguna clase de aliado, mas pronto reaccionó. Otro muchacho, bastante enfiestado debo decir, estuvo a punto de tomar con torpeza aquella delicada copa de la bandeja, podría decir que sus dedos casi se encontraron con ella, pero no. Con ágil cordialidad del inmortal la hubo tomado agradeciendo con un asentir en sus ojos, incitando personalmente al adyacente. –Siempre podemos fingir que sí.– Y tendiendo el recipiente en mano, tal como si fuese a invitarle a bailar una pieza de vals, aprovechó para aproximarse un poco más decidido a murmurar –Sólo por una noche.- No proseguiría hasta que el más joven hubiese sujetado el apenas sudado, debido al frío de la bebida, utensilio. –Sígame- Casi unísono.
Separó la pierna derecha de la izquierda y con ello ejerció una media vuelta, seguidamente emprendió pausado paso con la certeza de ser igualado por el andar ajeno.
No hizo falta esfuerzo por cruzar entre la oleada de jóvenes, la senda a seguir sería una no muy larga línea imaginaria que se formaba cerca de las paredes hasta dar con un par de cortinas blancas,prácticamente rodeando a los anteriores. Esas largas telas, tafeta y encajes, se encargaban de cubrir unas puertas gemelas que, al abrirlas, brindaban paso hacia un amplio balcón escondido tras un pasillo poco iluminado, en el cual no habría más que una pareja de adolescentes enamorados justo en su punto de hervor. Empero, la importancia dada por quien ahora podríamos llamar “intruso” era nula, ellos se darían cuenta y se irían pronto sintiesen la incomodidad de tener que besuquearse acompañados.
Mucho mejor ¿cierto? Una pequeña mesa redonda yacía a un costado, llevando encima un farolito de madera y cristal, brillantes gorros de año nuevo, y un recipiente con varios cachivaches extra. La vista en altura era mucho más clara a comparación de mirar a través de la turbia ventana. Unos pasos más… Se hubo reclinado hacia el gélido barandal metálico para posar los antebrazos en él, y si el chico aún se mantenía en su compañía, le hubo buscado entonces su mirada con la propia.
-Intento hacerme creer que el destino me trajo hasta aquí de la manera más dolorosa para encontrarme con algo mejor.- Sentenció. En su faz, sin embargo, no había más que paz en ese instante.
El reloj lucía en todo su esplendor anunciando a la ciudad que el tiempo se agotaba.
11:55, 11:56, 11:57, … -Y dígame, caballero ¿cómo preferiría usted iniciar el nuevo ciclo? Tenemos copas, gorros ridículos, nieve en el suelo, entre otras cosas.-
Gackt [Marius]- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/05/2015
Edad : 35
Localización : Roma
Re: [Privado] New Year Celebration
Se sintió intrigado por el modo en que el contrario lo observó. Lo natural habría sido cuestionar el motivo, sin embargo, le pareció tan divertido que inmediatamente imitó el gesto de entornar los parpados, le sostuvo la mirada durante los segundos que esta duró y una vez deshecha la expresión rio alegremente.
Admiró entonces la copa extendida frente a sí, sin tener claridad de la circunstancia en que esta llegó hasta allí y observando al mayor con ligera desconfianza. Las palabras del mismo confirmaban la recepción de su negativa, no obstante, este insistía en compartir la bebida con el celestial, que mantuvo la sospecha viva en el rostro antes de ceder con una sonrisa algo más coqueta de lo habitual. –Está bien, solo por esta noche.
Describiría a su acompañante en una sola palabra: impredecible. A su haber era bastante acertada aunque no del todo completa, pues había un sinfín de conceptos que en ese momento rondaron en su mente y que, aunque uniera a todos en una sola descripción, no lograrían captar la esencia del hombre que tenía en frente, ya a varios pasos de distancia.
Se apresuró a seguirle el paso una vez despedida la impresión que la repentina invitación le produjo, agradeciendo no tener que lidiar con los festejos ajenos esta vez, especialmente considerando que a partir de ahora debía hacerse cargo del frágil recipiente que cargaba en su mano. Lo último que deseaba era causar algún tipo de incidente, ya fuera con el líquido o el cristal.
Para su suerte la senda no fue larga y tras cruzar el umbral detrás de las cortinas se encontraron fuera, sobre un bello balcón. Quizá estuviera de más decir que el ángel no tuvo oportunidad de observar la actividad de los jóvenes hasta su llegada, mas no así la ida de ellos y el descontento de sus rostros, aún frente al amistoso saludo que les dedicó. Pensó que los humanos reaccionaban de formas curiosas a veces, aunque en verdad estaba mucho más preocupado del frío ambiente que les rodeaba. Sin importar lo mucho que amara el clima de la ciudad, el frío era algo a lo que no lograba habituarse. Resopló en medio de un estremecimiento y se acercó finalmente al contrario mientras frotaba con su mano libre el brazo que sostenía el champagne.
-El destino… -repitió por lo bajo y sonrió. Le parecía gracioso el hecho que él llamaría de una forma muy diferente a aquel “destino”. –Me parece bien que piense de esa forma. Yo también creo que las cosas suceden por algún motivo. –confesó con algo más de tranquilidad mientras observaba el paisaje. Por unos instantes se perdería en sus pensamientos y olvidaría el frío, hasta que el requerimiento del otro le hiciera voltear la vista en su dirección. Parpadeó infantilmente un par de veces mientras le observaba directamente a los ojos. -¿Nuevo ciclo? ¡Es cierto! Este será un nuevo ciclo para ambos ¿Verdad? –volvía a mostrar el entusiasmo ingenuo y a veces desmedido que se había estado reservando durante la noche. –¡Hay que recibirlo de forma especial!
Si bien era cierto que, como ángel, no era correcto del todo apoyar aquellas fiestas de origen pagano, esperaba hacer algo especial por aquella persona, sin importar lo poco que la conocía o la incertidumbre de volverla a ver. En cualquier caso, nada le impedía ingeniar sus propios símbolos de prosperidad, manteniendo los principios de su origen divino. –¡Ya se…! Permítame. –pronunció ladeando el rostro hacia un costado y con una amplia sonrisa, ofreciendo retirar la copa de su compañero. Ya con una en cada mano, se acercó a la pequeña mesa del costado, las depositó con cuidado y volvió rápidamente a su lugar. Posicionándose de frente al joven e invitándole a hacer lo mismo, buscó las manos de él con las propias y las guio de modo que quedaran juntas frente a su pecho, con las palmas hacia arriba, como si fuera a recibir algo. Entonces buscó algunos de los montículos de nieve dispersos en los bordes de la plataforma, tomó un poco, formó una pequeña esfera y la entregó a quien lo esperaba. Inmediatamente alzó el dedo índice derecho, indicando que debía esperar un poco más, y posterior a ello repitiendo el procedimiento para formar, esta vez, una bola algo más pequeña que se ubicara sobre la otra. Finalmente, buscó en el suelo un par de ramas u hojas para insertarlas a cada costado la base. El resultado fue una especie de muñeco de nieve en miniatura, no más grande que un pulgar.
–¡Ya está! –Sonrió emocionado, sosteniendo amablemente desde abajo a las manos que contenían a su creación. –Es un guardián de nieve, para que lo acompañe este año… y lo proteja de las ex malvadas. –Guiñó con complicidad y se inclinó un poco hacia adelante. –Es una tradición rusa dar regalos en año nuevo, considérelo un regalo del abuelo del frío… Mmh, en realidad sin ramas como brazos podría parecer una matrioska ¿No cree? –dirigió su mirada a los ojos contrarios y rió divertido. –Tan solo faltarían los rasgos faciales, pero usted puede darle el rostro, el nombre y la personalidad que quiera.
Admiró entonces la copa extendida frente a sí, sin tener claridad de la circunstancia en que esta llegó hasta allí y observando al mayor con ligera desconfianza. Las palabras del mismo confirmaban la recepción de su negativa, no obstante, este insistía en compartir la bebida con el celestial, que mantuvo la sospecha viva en el rostro antes de ceder con una sonrisa algo más coqueta de lo habitual. –Está bien, solo por esta noche.
Describiría a su acompañante en una sola palabra: impredecible. A su haber era bastante acertada aunque no del todo completa, pues había un sinfín de conceptos que en ese momento rondaron en su mente y que, aunque uniera a todos en una sola descripción, no lograrían captar la esencia del hombre que tenía en frente, ya a varios pasos de distancia.
Se apresuró a seguirle el paso una vez despedida la impresión que la repentina invitación le produjo, agradeciendo no tener que lidiar con los festejos ajenos esta vez, especialmente considerando que a partir de ahora debía hacerse cargo del frágil recipiente que cargaba en su mano. Lo último que deseaba era causar algún tipo de incidente, ya fuera con el líquido o el cristal.
Para su suerte la senda no fue larga y tras cruzar el umbral detrás de las cortinas se encontraron fuera, sobre un bello balcón. Quizá estuviera de más decir que el ángel no tuvo oportunidad de observar la actividad de los jóvenes hasta su llegada, mas no así la ida de ellos y el descontento de sus rostros, aún frente al amistoso saludo que les dedicó. Pensó que los humanos reaccionaban de formas curiosas a veces, aunque en verdad estaba mucho más preocupado del frío ambiente que les rodeaba. Sin importar lo mucho que amara el clima de la ciudad, el frío era algo a lo que no lograba habituarse. Resopló en medio de un estremecimiento y se acercó finalmente al contrario mientras frotaba con su mano libre el brazo que sostenía el champagne.
-El destino… -repitió por lo bajo y sonrió. Le parecía gracioso el hecho que él llamaría de una forma muy diferente a aquel “destino”. –Me parece bien que piense de esa forma. Yo también creo que las cosas suceden por algún motivo. –confesó con algo más de tranquilidad mientras observaba el paisaje. Por unos instantes se perdería en sus pensamientos y olvidaría el frío, hasta que el requerimiento del otro le hiciera voltear la vista en su dirección. Parpadeó infantilmente un par de veces mientras le observaba directamente a los ojos. -¿Nuevo ciclo? ¡Es cierto! Este será un nuevo ciclo para ambos ¿Verdad? –volvía a mostrar el entusiasmo ingenuo y a veces desmedido que se había estado reservando durante la noche. –¡Hay que recibirlo de forma especial!
Si bien era cierto que, como ángel, no era correcto del todo apoyar aquellas fiestas de origen pagano, esperaba hacer algo especial por aquella persona, sin importar lo poco que la conocía o la incertidumbre de volverla a ver. En cualquier caso, nada le impedía ingeniar sus propios símbolos de prosperidad, manteniendo los principios de su origen divino. –¡Ya se…! Permítame. –pronunció ladeando el rostro hacia un costado y con una amplia sonrisa, ofreciendo retirar la copa de su compañero. Ya con una en cada mano, se acercó a la pequeña mesa del costado, las depositó con cuidado y volvió rápidamente a su lugar. Posicionándose de frente al joven e invitándole a hacer lo mismo, buscó las manos de él con las propias y las guio de modo que quedaran juntas frente a su pecho, con las palmas hacia arriba, como si fuera a recibir algo. Entonces buscó algunos de los montículos de nieve dispersos en los bordes de la plataforma, tomó un poco, formó una pequeña esfera y la entregó a quien lo esperaba. Inmediatamente alzó el dedo índice derecho, indicando que debía esperar un poco más, y posterior a ello repitiendo el procedimiento para formar, esta vez, una bola algo más pequeña que se ubicara sobre la otra. Finalmente, buscó en el suelo un par de ramas u hojas para insertarlas a cada costado la base. El resultado fue una especie de muñeco de nieve en miniatura, no más grande que un pulgar.
- Spoiler:
–¡Ya está! –Sonrió emocionado, sosteniendo amablemente desde abajo a las manos que contenían a su creación. –Es un guardián de nieve, para que lo acompañe este año… y lo proteja de las ex malvadas. –Guiñó con complicidad y se inclinó un poco hacia adelante. –Es una tradición rusa dar regalos en año nuevo, considérelo un regalo del abuelo del frío… Mmh, en realidad sin ramas como brazos podría parecer una matrioska ¿No cree? –dirigió su mirada a los ojos contrarios y rió divertido. –Tan solo faltarían los rasgos faciales, pero usted puede darle el rostro, el nombre y la personalidad que quiera.
Jung Hae Won [Harahel]- Mensajes : 14
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Edad : 34
Re: [Privado] New Year Celebration
Sonrió. Era graciosa la manera en que el aparentemente más joven hubo reaccionado ante su pregunta, pareciera haberse olvidado por un momento del objetivo en la celebración que tenían alrededor suyo; bastante agradable para su mirar. El cuerpo le acompañó a dar frente segundos antes de serle arrebatado amablemente su delicado accesorio de cristal. Y no hubo objeción alguna por parte propia, sin cuestionar ni nada parecido entregó su copa permitiéndole hacer con ella lo que le plazca.
Lo segundo era lo… extraño. No miento al decir que en alguna décima de segundo pensó en resistir esas manos, Marius de por sí era bastante desconfiado y ahora que no tenía mucha magia para atacar o defenderse (después de lo ocurrido en el hospital) lo era aún más, pero estaba ese noséqué indicándole la existencia nula de mala intención en aquella proposición, podríamos llamarlo intuición, sexto sentido… Buscaba alguna alerta pero simplemente no la halló. Frunció muy poco el ceño y de ello la ceja diestra enarcó, se estaba interesando; el centro de sus orbes se encontraba pendiente de cómo eran maleadas sus palmas, los dedos, respetó aquello y permaneció quieto, bueno, casi. Con los ojos y rostro le seguía intrigado el repetitivo procedimiento en curso, el chico iba y venía, iba y venía. ¿Qué diablos? Parecía entretenido, parecía un pequeño infante jugando con la nieve. Escondió los labios, apretándolos sutilmente para no reír al ver el resultado: Un imperfecto hombrecillo de nieve.
Una vez finalizada la breve explicación liberó sus pálidos labios que debido a la presión ejercida adquirieron una poco duradera tonalidad rojiza, permitiéndose expresar –Impresionante.- pero no, no se refería su creación en especial, sino a la intención y el tiempo que se hubo tomado el otro en improvisar un pequeño obsequio con lo que había a su alrededor.. para un completo extraño. –Me agrada más con brazos, así tendrá más oportunidades en la vida.- Bromeaba. Se había tomado la molestia de, con sumo cuidado, deslizar las esferitas hacia la palma de su siniestra, de ese modo le sería más sencillo flexionar mejor el brazo hasta elevar pequeña creación a la altura de su mentón para estudiar cada detalle que la conformaba. –Antes de pensar en lo que hace falta para terminarlo, deberá usted permitirme un último atrevimiento.-
Una vez más desvió la mirada hacia la única que se encontraba en medio del frío balcón, ahora algo sugerente.
Optó primero por alejarse un poco apresurado; dejaría caer el cuerpo sobre una de sus rodillas antes de acomodar al pequeño en una esquina, lejos de donde cualquiera pudiese hacerle daño alguno, con igual meticulosidad que con anterioridad. –Si realmente pudiera, correría y lo encerraría en el primer congelador que tuviese a mi alcance- Hizo una pausa, se pondría en pie y retornaría el camino hasta cortar la mayor distancia posible entre ambos. –pero entonces perdería la maravillosa compañía que estoy recibiendo en este momento.- Así que por ahora era el lugar perfecto. Uno de sus dedos, el índice, sostenía un diminuto espécimen nevado, un copo, y había decidido enseñarlo sólo en el trayecto que tendría antes de hacerle arribar sobre uno de los pómulos contrarios. No diría nada en ese lapso, no ejercería gran expresión; haría una pizca de presión, sólo procurando que el ejemplar se adhiera a su piel. –Has estado tiritando, y a pesar de ello no te ha importado enfriarte de más las manos.- Musitó frente a sus orbes. Deshizo las formalidades. Se había tomado la libertad de, con el mismo índice, crear una caricia muy corta en su mejilla, paulatina a la vez. Seguidamente le rodearía, con ambos brazos rodearía aquella figura cubierta en prendas blancas. No ajustaría mucho, su idea no era sofocarlo, sólo brindarle un poco de calor que en realidad no poseía.
El reloj había marcado las doce de la noche. Dentro, la gente gritaba de excitación, abrían más champagne, se echaban confeti y serpentinas los unos a los otros (entre otras cosas), celebraban, se fotografiaban; fuera, los fuegos artificiales explotaban y lucían al cielo en color, verdes, amarillos, rojos, azules…
Le era tan poco usual abrazar a alguien de aquella manera, aún menos a alguien del cual sabía verdaderamente casi nada. Se negó a sí mismo en la mente mientras cerraría los ojos de modo breve. ¿Qué diablos le estaba pasando? –Realmente, tendrás qué disculparme por ser tan descortés.- Su rostro se ocultaría en el cuello ajeno antes de volver a entreabrir sus luceros, los cuales se tornarían en un par de brillantes rubíes. Estaba sintiendo un arrebato tremendo por lucir los afilados y beber de su yugular pero a la vez se resistía a ello. No había motivo alguno por el cual hacerlo, no había necesidad por sentir ese rechazo a menos que… -¿Qué es lo que eres?- Masculló casi apretando los dientes, por fortuna se habría advertido tranquilo, como si nada de aquello estuviese sucediendo. –Una parte de mí exige soltarte ahora, pero la otra se rehúsa a ello.- Intentaba percibir alguna clase de aura que revelase qué clase de ser era, pero no, no podía encontrar nada debido a su estado, mas sus reflejos jamás se habrían revelado sin existir una razón.
Lo segundo era lo… extraño. No miento al decir que en alguna décima de segundo pensó en resistir esas manos, Marius de por sí era bastante desconfiado y ahora que no tenía mucha magia para atacar o defenderse (después de lo ocurrido en el hospital) lo era aún más, pero estaba ese noséqué indicándole la existencia nula de mala intención en aquella proposición, podríamos llamarlo intuición, sexto sentido… Buscaba alguna alerta pero simplemente no la halló. Frunció muy poco el ceño y de ello la ceja diestra enarcó, se estaba interesando; el centro de sus orbes se encontraba pendiente de cómo eran maleadas sus palmas, los dedos, respetó aquello y permaneció quieto, bueno, casi. Con los ojos y rostro le seguía intrigado el repetitivo procedimiento en curso, el chico iba y venía, iba y venía. ¿Qué diablos? Parecía entretenido, parecía un pequeño infante jugando con la nieve. Escondió los labios, apretándolos sutilmente para no reír al ver el resultado: Un imperfecto hombrecillo de nieve.
Una vez finalizada la breve explicación liberó sus pálidos labios que debido a la presión ejercida adquirieron una poco duradera tonalidad rojiza, permitiéndose expresar –Impresionante.- pero no, no se refería su creación en especial, sino a la intención y el tiempo que se hubo tomado el otro en improvisar un pequeño obsequio con lo que había a su alrededor.. para un completo extraño. –Me agrada más con brazos, así tendrá más oportunidades en la vida.- Bromeaba. Se había tomado la molestia de, con sumo cuidado, deslizar las esferitas hacia la palma de su siniestra, de ese modo le sería más sencillo flexionar mejor el brazo hasta elevar pequeña creación a la altura de su mentón para estudiar cada detalle que la conformaba. –Antes de pensar en lo que hace falta para terminarlo, deberá usted permitirme un último atrevimiento.-
Una vez más desvió la mirada hacia la única que se encontraba en medio del frío balcón, ahora algo sugerente.
Optó primero por alejarse un poco apresurado; dejaría caer el cuerpo sobre una de sus rodillas antes de acomodar al pequeño en una esquina, lejos de donde cualquiera pudiese hacerle daño alguno, con igual meticulosidad que con anterioridad. –Si realmente pudiera, correría y lo encerraría en el primer congelador que tuviese a mi alcance- Hizo una pausa, se pondría en pie y retornaría el camino hasta cortar la mayor distancia posible entre ambos. –pero entonces perdería la maravillosa compañía que estoy recibiendo en este momento.- Así que por ahora era el lugar perfecto. Uno de sus dedos, el índice, sostenía un diminuto espécimen nevado, un copo, y había decidido enseñarlo sólo en el trayecto que tendría antes de hacerle arribar sobre uno de los pómulos contrarios. No diría nada en ese lapso, no ejercería gran expresión; haría una pizca de presión, sólo procurando que el ejemplar se adhiera a su piel. –Has estado tiritando, y a pesar de ello no te ha importado enfriarte de más las manos.- Musitó frente a sus orbes. Deshizo las formalidades. Se había tomado la libertad de, con el mismo índice, crear una caricia muy corta en su mejilla, paulatina a la vez. Seguidamente le rodearía, con ambos brazos rodearía aquella figura cubierta en prendas blancas. No ajustaría mucho, su idea no era sofocarlo, sólo brindarle un poco de calor que en realidad no poseía.
El reloj había marcado las doce de la noche. Dentro, la gente gritaba de excitación, abrían más champagne, se echaban confeti y serpentinas los unos a los otros (entre otras cosas), celebraban, se fotografiaban; fuera, los fuegos artificiales explotaban y lucían al cielo en color, verdes, amarillos, rojos, azules…
Le era tan poco usual abrazar a alguien de aquella manera, aún menos a alguien del cual sabía verdaderamente casi nada. Se negó a sí mismo en la mente mientras cerraría los ojos de modo breve. ¿Qué diablos le estaba pasando? –Realmente, tendrás qué disculparme por ser tan descortés.- Su rostro se ocultaría en el cuello ajeno antes de volver a entreabrir sus luceros, los cuales se tornarían en un par de brillantes rubíes. Estaba sintiendo un arrebato tremendo por lucir los afilados y beber de su yugular pero a la vez se resistía a ello. No había motivo alguno por el cual hacerlo, no había necesidad por sentir ese rechazo a menos que… -¿Qué es lo que eres?- Masculló casi apretando los dientes, por fortuna se habría advertido tranquilo, como si nada de aquello estuviese sucediendo. –Una parte de mí exige soltarte ahora, pero la otra se rehúsa a ello.- Intentaba percibir alguna clase de aura que revelase qué clase de ser era, pero no, no podía encontrar nada debido a su estado, mas sus reflejos jamás se habrían revelado sin existir una razón.
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Re: [Privado] New Year Celebration
La sonrisa había permanecido en sus labios durante todo el proceso, no obstante, en el momento que oyó al contrario ésta se mostró mucho más conmovida. A pesar de no necesitarla, aquella única palabra era suficiente para desatar con mayor fuerza la gratificación que surgió naturalmente de sí al entregar el obsequio. Era un sentimiento bastante conocido y a pesar de ello, el modo en que era percibido por el cuerpo humano lo hacía parecer completamente distinto, mucho más grato e intenso.
Rió ante la broma que siguió a su comentario sobre las matrioskas e inmediatamente se distrajo observando los movimientos del mayor. Cada vez que lo miraba sentía más curiosidad acerca de sus impresiones, pensamientos e intenciones, pues por más que lo intentara no lograba leer sus expresiones. Comprendía que la mayor parte de su problema se debía a su inexperiencia en cuanto a comunicación humana, sin embargo, no dejaba de pensar que aquella persona era diferente a otras con las que había tratado, como si poseyera sus propios modos. Si no era eso, entonces simplemente carecía de talento para aquello de la comunicación no verbal.
Mantuvo la mirada fija en él, sin abandonar aún la curiosidad que le causaba su sola presencia y la impresión causada por la posición que adoptó entonces. ¿Estaba bien? Comenzaba a cuestionar la salud del otro e incluso intentó llegar su altura para asistirlo, mas a medio camino notó el lugar en donde había resguardado al muñeco. Le observó con ternura, sobre todo luego de recibir aquel comentario. Se irguió junto con él y al tenerle más cerca que antes, en lugar de incomodarse, sintió cómo todas sus preocupaciones se disipaban.
Desde allí todo transcurrió muy lentamente, y aún así, no le dio tiempo de reaccionar en ninguna oportunidad. Su vista se paseó desde los ojos de en frente, al dedo índice que sostenía el copo de nieve, y desde éste, de vuelta a las claras pupilas. Recibió el frío contacto con un leve estremecimiento mientras sus ojos se abrían con sorpresa. -¿Eh? –Su mente volvió rápidamente a realidad tras oír la voz del contrario. –Ah, la verdad es que no he sido consciente de ello. –Rió divertido mientras recibía la caricia en su mejilla. Quizá se había entusiasmado demasiado con la nieve, pues ahora que lo pensaba era cierto, su rostro y sobre todo sus manos estaban muy fríos; aunque la sensación no perduró, de todos modos.
Su corazón se aceleró de golpe al sentir el cuerpo ajeno contra el suyo. Jamás se había aproximado tanto a otra persona, ni mucho menos había recibido un abrazo. Era incapaz de describir las emociones que lo invadieron entonces, su vista permaneció desenfocada desde el momento en que notó el contacto, la respiración se había vuelto irregular y un fuerte calor se concentró en el pecho y las mejillas. Aquella posición era extraña, era inquietante, era agradable, curiosa y amigable, pero no estaba nervioso, ni entendía por qué reaccionaba de aquella manera.
Permaneció inmóvil los primeros segundos, intentando comprender la situación y a sí mismo. Se percató de las celebraciones a su alrededor, la música, las luces, los fuegos artificiales y sus colores… aquellos eran los mismos que debía sentir en su interior, estallando por doquier, subiendo su temperatura y dejándole un sentimiento totalmente desconocido. Cuando logró deshacerse del letargo, relajó un poco los parpados y apoyó el mentón en su hombro; luego, con lentitud y suavidad llevó las manos hacia la parte media de su espalda, elevándolas gradualmente conforme cedía al gesto que compartían. –¿Por qué tan preocupado? –inquirió estrechándolo delicadamente. –Yo estoy bien. –Sonrió con tranquilidad y cerró los ojos.
No cambió de posición el resto del tiempo, pese a lo intranquilo que le dejó la pregunta del otro. Abrió los ojos. ¿Qué es lo que era? No podía decírselo, pero tampoco mentiría. De cualquier modo él no podría sospechar su naturaleza ¿O sí? Por lo que decía, comprendía por qué se sentía a gusto a su lado, era un celestial después de todo, estaba allí para velar por los humanos; sin embargo ¿Soltarlo? ¿Qué podría causarle tal desapego?
El ángel no quería soltarlo. Se sentía extrañamente culpable por ello y no quería influir en la decisión ajena, ni creía tener el derecho de retenerlo. En tal caso prefería omitir el dialogo, no tenía nada que decir. Se dejaría abrazar tanto como él lo desease y le soltaría cuando así lo dispusiera. De cualquier modo no podrían permanecer así por siempre, aunque una parte de sí lo lamentase; y no deseaba ser egoísta, pero lo extendería lo más que pudiera.
Sentía tantas cosas a la vez que comenzaba a ahogarse en sus propios pensamientos ¿Qué se supone que debía hacer en un momento como ese? Recorrer su espalda con las manos, acercarlas a su nuca y apenas rozar las puntas de sus cabellos con la yema de los dedos era todo lo que se le ocurría y lo que pondría en práctica justo entonces.
Rió ante la broma que siguió a su comentario sobre las matrioskas e inmediatamente se distrajo observando los movimientos del mayor. Cada vez que lo miraba sentía más curiosidad acerca de sus impresiones, pensamientos e intenciones, pues por más que lo intentara no lograba leer sus expresiones. Comprendía que la mayor parte de su problema se debía a su inexperiencia en cuanto a comunicación humana, sin embargo, no dejaba de pensar que aquella persona era diferente a otras con las que había tratado, como si poseyera sus propios modos. Si no era eso, entonces simplemente carecía de talento para aquello de la comunicación no verbal.
Mantuvo la mirada fija en él, sin abandonar aún la curiosidad que le causaba su sola presencia y la impresión causada por la posición que adoptó entonces. ¿Estaba bien? Comenzaba a cuestionar la salud del otro e incluso intentó llegar su altura para asistirlo, mas a medio camino notó el lugar en donde había resguardado al muñeco. Le observó con ternura, sobre todo luego de recibir aquel comentario. Se irguió junto con él y al tenerle más cerca que antes, en lugar de incomodarse, sintió cómo todas sus preocupaciones se disipaban.
Desde allí todo transcurrió muy lentamente, y aún así, no le dio tiempo de reaccionar en ninguna oportunidad. Su vista se paseó desde los ojos de en frente, al dedo índice que sostenía el copo de nieve, y desde éste, de vuelta a las claras pupilas. Recibió el frío contacto con un leve estremecimiento mientras sus ojos se abrían con sorpresa. -¿Eh? –Su mente volvió rápidamente a realidad tras oír la voz del contrario. –Ah, la verdad es que no he sido consciente de ello. –Rió divertido mientras recibía la caricia en su mejilla. Quizá se había entusiasmado demasiado con la nieve, pues ahora que lo pensaba era cierto, su rostro y sobre todo sus manos estaban muy fríos; aunque la sensación no perduró, de todos modos.
Su corazón se aceleró de golpe al sentir el cuerpo ajeno contra el suyo. Jamás se había aproximado tanto a otra persona, ni mucho menos había recibido un abrazo. Era incapaz de describir las emociones que lo invadieron entonces, su vista permaneció desenfocada desde el momento en que notó el contacto, la respiración se había vuelto irregular y un fuerte calor se concentró en el pecho y las mejillas. Aquella posición era extraña, era inquietante, era agradable, curiosa y amigable, pero no estaba nervioso, ni entendía por qué reaccionaba de aquella manera.
Permaneció inmóvil los primeros segundos, intentando comprender la situación y a sí mismo. Se percató de las celebraciones a su alrededor, la música, las luces, los fuegos artificiales y sus colores… aquellos eran los mismos que debía sentir en su interior, estallando por doquier, subiendo su temperatura y dejándole un sentimiento totalmente desconocido. Cuando logró deshacerse del letargo, relajó un poco los parpados y apoyó el mentón en su hombro; luego, con lentitud y suavidad llevó las manos hacia la parte media de su espalda, elevándolas gradualmente conforme cedía al gesto que compartían. –¿Por qué tan preocupado? –inquirió estrechándolo delicadamente. –Yo estoy bien. –Sonrió con tranquilidad y cerró los ojos.
No cambió de posición el resto del tiempo, pese a lo intranquilo que le dejó la pregunta del otro. Abrió los ojos. ¿Qué es lo que era? No podía decírselo, pero tampoco mentiría. De cualquier modo él no podría sospechar su naturaleza ¿O sí? Por lo que decía, comprendía por qué se sentía a gusto a su lado, era un celestial después de todo, estaba allí para velar por los humanos; sin embargo ¿Soltarlo? ¿Qué podría causarle tal desapego?
El ángel no quería soltarlo. Se sentía extrañamente culpable por ello y no quería influir en la decisión ajena, ni creía tener el derecho de retenerlo. En tal caso prefería omitir el dialogo, no tenía nada que decir. Se dejaría abrazar tanto como él lo desease y le soltaría cuando así lo dispusiera. De cualquier modo no podrían permanecer así por siempre, aunque una parte de sí lo lamentase; y no deseaba ser egoísta, pero lo extendería lo más que pudiera.
Sentía tantas cosas a la vez que comenzaba a ahogarse en sus propios pensamientos ¿Qué se supone que debía hacer en un momento como ese? Recorrer su espalda con las manos, acercarlas a su nuca y apenas rozar las puntas de sus cabellos con la yema de los dedos era todo lo que se le ocurría y lo que pondría en práctica justo entonces.
Jung Hae Won [Harahel]- Mensajes : 14
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Re: [Privado] New Year Celebration
–Puedo sentirlos.– Masculló, sus labios estaban dispuestos a rozar contra el cuello cercano, justo sobre aquella notoria vena palpitante. –Tus latidos.– “Casi puedo escucharlos…” se decía en su interior. Era como un hipnotismo del que no podía librarse en ese momento, ese trance en que el condenado perdía la lucha contra el hambre. La sed estaba corroyéndole, y maldecía a cada Lycan con el que hubo tratado por el estado con el que se enfrentaba.
Esas manos que ahora hacían señal de corresponder al gesto que había decidido regalar, esa pose del rostro próximo sobre el hombro propio fueron la señal perfecta que le incitó a deshacer su posición, sin embargo, tal decisión no pudo ir más allá hasta desarrollarse en una acción, no. Al poco rato los brazos ajenos se habían aferrado con suma suavidad invitándole (en su percepción personal) a no detenerse. Aquello no era barrera lo suficiente recia como para con un simple impulso apartarse, claro que no… Pero sí para, nuevamente, contradecirse y acabar estando un poco más allí, cerca, sin mover un solo pie, convenciéndose de hacer volver su autocontrol.
Pronto sólo hubo un irónico silencio, pues todo a su alrededor era un bramido eufórico, entre todo el movimiento ambos parecían ser los únicos estáticos, en silencio, una hiperrealista escultura de dos sujetos atados por sí mismos. Cerró los ojos, tan sólo se dejaría caer prisionero de tales caricias que apenas podían ser asimiladas por su insensible tacto; él no estremecía, no sonrojaba, esa clase de sensaciones no formaban parte de sus reacciones, sólo sentía paz, sentía una tranquilidad interna pero a la vez inquietante a su naturaleza. Entonces sus pensamientos le envolvieron, los recuerdos… comenzaron a jugarle bromas; de nuevo ese rostro aparecía y distorsionaba en su cabeza, sus ojos, sus… blancas alas, y la coincidente sensación paradójica al contacto, esa emoción que se había esfumado la última vez que le hubo tocado. Allí estaba la diferencia entre humanos y... ángeles.
Y en todo el lapso que les cubrió un manto de silencio no hubo respuesta a su pregunta.
Sus brillantes cristales rojos se dejaron lucir una última vez con el permiso de las correspondientes cortinas. –Comprendo...– No aguardaría más porque el adyacente se revelase con sus palabras, pues gracias a las deducciones personales y al silencio mismo, ya no las necesitaba. Ahora tenía más que claras las subconscientes advertencias por querer tomar al muchacho como su primer víctima del año, al final de todo él era un predador consciente, un asesino, y la sangre humana estaba al principio de su pirámide alimenticia; y a pesar que la celestial siempre fue su preferida, en su situación no le era conveniente tomar de ella. Aunque tal vez… correr un poco el riesgo, a él siempre le gustó esa clase de caminos.
No, no, no. Irse a la ligera podría ser demasiado conflictivo, ¿Qué pasaría si aquél ente pertenecía a un rango lo suficientemente alto? Un simple trago… y podría ser purificado al grado de no volver a recuperar sus poderes o, tal vez, expirar.., podía ser incluso un plan con maña. Empero, yéndose hacia las otras caras del dado, había otra orden que le pedía no dañarlo, mas no se comprendía él mismo del todo (en ese momento una de sus manos se habría decidido a esconder los dígitos entre mechones del azabache cabello, flexionándolos y extendiéndolos con sutilidad, acariciando el cuero cabelludo en toda extensión de la nuca, ejerciendo en ella una presión muy sutil con las mismas yemas cubiertas por el cuero negro), esos seres eran aliados del enemigo que él mismo se aseguró de fulminar; una de sus espadas había sido prestada especialmente para atravesarle el cuerpo, ..entre otras cuantas historias. ¿Por qué aún guardaría siquiera algo de simpatía? Ohh… demasiada mezcolanza.
La mano restante se había posado sobre la cintura que tenía enfrente, entonces… -¡Feliz año nuevo!- se escucharía a gritos mientras las puertas abrían paso a una adolescente de calculados 16 años, con provocativa ropa para el frío y pasada de copas; corría hacia ambos con los brazos extendidos para rodearles por no más de cinco segundos, untar el rostro por ente el costado diestro de uno, siniestro de otro y con las mismas irse corriendo, casi resbalando para regalar más abrazos a todos los que le hacían falta.
…entonces, después de efímera aparición que prefirió ignorar, apartó el rostro de aquél cuello, haciendo a la mano que tenía entre cabellos ajenos hacer un cruce a la mejilla con la intención de hacerle apartar por un momento de su hombro (si es que aún seguía allí); el iris que graduaba el color en sus ojos había vuelto a hacer de ambos un cristalino azul grisáceo. –Me temo que ya debería retirarme. – Pausó un segundo, humedecería sus propios labios con el extremo de la lengua y con tan serena expresión concluiría –Ha sido todo un placer terminar e iniciar un año con alguien como tú.– inclinando pobremente la cabeza, revolvería apenas ese cabello oscuro y dejaría en libertad su cintura con la intención de –Vamos, te acompaño hasta tu mesa. – sin prisas, emprender paso hacia la puerta y adentrarse una última vez en el salón.
Esas manos que ahora hacían señal de corresponder al gesto que había decidido regalar, esa pose del rostro próximo sobre el hombro propio fueron la señal perfecta que le incitó a deshacer su posición, sin embargo, tal decisión no pudo ir más allá hasta desarrollarse en una acción, no. Al poco rato los brazos ajenos se habían aferrado con suma suavidad invitándole (en su percepción personal) a no detenerse. Aquello no era barrera lo suficiente recia como para con un simple impulso apartarse, claro que no… Pero sí para, nuevamente, contradecirse y acabar estando un poco más allí, cerca, sin mover un solo pie, convenciéndose de hacer volver su autocontrol.
Pronto sólo hubo un irónico silencio, pues todo a su alrededor era un bramido eufórico, entre todo el movimiento ambos parecían ser los únicos estáticos, en silencio, una hiperrealista escultura de dos sujetos atados por sí mismos. Cerró los ojos, tan sólo se dejaría caer prisionero de tales caricias que apenas podían ser asimiladas por su insensible tacto; él no estremecía, no sonrojaba, esa clase de sensaciones no formaban parte de sus reacciones, sólo sentía paz, sentía una tranquilidad interna pero a la vez inquietante a su naturaleza. Entonces sus pensamientos le envolvieron, los recuerdos… comenzaron a jugarle bromas; de nuevo ese rostro aparecía y distorsionaba en su cabeza, sus ojos, sus… blancas alas, y la coincidente sensación paradójica al contacto, esa emoción que se había esfumado la última vez que le hubo tocado. Allí estaba la diferencia entre humanos y... ángeles.
Y en todo el lapso que les cubrió un manto de silencio no hubo respuesta a su pregunta.
Sus brillantes cristales rojos se dejaron lucir una última vez con el permiso de las correspondientes cortinas. –Comprendo...– No aguardaría más porque el adyacente se revelase con sus palabras, pues gracias a las deducciones personales y al silencio mismo, ya no las necesitaba. Ahora tenía más que claras las subconscientes advertencias por querer tomar al muchacho como su primer víctima del año, al final de todo él era un predador consciente, un asesino, y la sangre humana estaba al principio de su pirámide alimenticia; y a pesar que la celestial siempre fue su preferida, en su situación no le era conveniente tomar de ella. Aunque tal vez… correr un poco el riesgo, a él siempre le gustó esa clase de caminos.
No, no, no. Irse a la ligera podría ser demasiado conflictivo, ¿Qué pasaría si aquél ente pertenecía a un rango lo suficientemente alto? Un simple trago… y podría ser purificado al grado de no volver a recuperar sus poderes o, tal vez, expirar.., podía ser incluso un plan con maña. Empero, yéndose hacia las otras caras del dado, había otra orden que le pedía no dañarlo, mas no se comprendía él mismo del todo (en ese momento una de sus manos se habría decidido a esconder los dígitos entre mechones del azabache cabello, flexionándolos y extendiéndolos con sutilidad, acariciando el cuero cabelludo en toda extensión de la nuca, ejerciendo en ella una presión muy sutil con las mismas yemas cubiertas por el cuero negro), esos seres eran aliados del enemigo que él mismo se aseguró de fulminar; una de sus espadas había sido prestada especialmente para atravesarle el cuerpo, ..entre otras cuantas historias. ¿Por qué aún guardaría siquiera algo de simpatía? Ohh… demasiada mezcolanza.
La mano restante se había posado sobre la cintura que tenía enfrente, entonces… -¡Feliz año nuevo!- se escucharía a gritos mientras las puertas abrían paso a una adolescente de calculados 16 años, con provocativa ropa para el frío y pasada de copas; corría hacia ambos con los brazos extendidos para rodearles por no más de cinco segundos, untar el rostro por ente el costado diestro de uno, siniestro de otro y con las mismas irse corriendo, casi resbalando para regalar más abrazos a todos los que le hacían falta.
…entonces, después de efímera aparición que prefirió ignorar, apartó el rostro de aquél cuello, haciendo a la mano que tenía entre cabellos ajenos hacer un cruce a la mejilla con la intención de hacerle apartar por un momento de su hombro (si es que aún seguía allí); el iris que graduaba el color en sus ojos había vuelto a hacer de ambos un cristalino azul grisáceo. –Me temo que ya debería retirarme. – Pausó un segundo, humedecería sus propios labios con el extremo de la lengua y con tan serena expresión concluiría –Ha sido todo un placer terminar e iniciar un año con alguien como tú.– inclinando pobremente la cabeza, revolvería apenas ese cabello oscuro y dejaría en libertad su cintura con la intención de –Vamos, te acompaño hasta tu mesa. – sin prisas, emprender paso hacia la puerta y adentrarse una última vez en el salón.
Gackt [Marius]- Mensajes : 76
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Re: [Privado] New Year Celebration
Estaba nervioso, no podía negarlo. En ese instante sus pensamientos se movilizaban tan rápidamente que el tiempo parecía perder continuidad; sin embargo, así como a momento se apoderaba de sí el cosquilleo inquieto y la rigidez incómoda provocados por la aceleración cardiaca, del mismo modo sus músculos adquirían sosiego y flexibilidad al segundo subsiguiente. Aún no lograba comprender el motivo de tales cambios anímicos, mas sí entendía que entonces la sola permanencia del mayor en sus brazos fue suficiente para hacerle sentir bien recibido y, en consecuencia, otorgar sus caricias con mayor seguridad. A aquellas alturas de la noche, después de todo, el hecho que su consciencia no estuviera trabajando al cien por ciento era una idea que le tenía sin cuidado. Probablemente no debió sentirse tan confiado de buenas a primeras, quizá estaba demostrando ser demasiado ingenuo, pero ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo concluir de ese gesto alguna mala intensión? No habría logrado resistirse aunque quisiera, pues hubo en el contacto tan diversas revelaciones que tardaría un tiempo considerable en perder el asombro, incluso si consideraba únicamente el campo de sus emociones. El cuerpo era un tema aparte y la sensibilidad claramente constituía una de sus mayores debilidades.
Hasta esos minutos donde eran los propios dedos quienes exploraban la cabellera contraria, la situación ciertamente carecía de inconvenientes, puesto que sin importar lo vulnerable que fuera su tacto, de una u otra manera lograba ejercer control sobre sí mismo. No obstante, en cuanto la situación se revirtió y las cubiertas manos de su compañero se aventuraron en su nuca ya no hubo lugar para el autogobierno. Desde la zona emanó naturalmente una corriente electrizante, que bajando por la columna llegó a sus extremidades, provocando suaves e involuntarios temblores. Aquello ciertamente diluyó de su mente cualquier idea que pudiera estar preocupándole en ese momento, y tras superar la impresión, su cuerpo cedería nuevamente. Los ojos comenzarían a cerrarse, el mentón se reacomodaría sobre el soporte de sus hombros y las manos con las que abrazaba al otro subirían por su espalda otro tanto, estrechándole suavemente. Permanecería allí unos segundos antes de notar, entre muchas otras sensaciones, la mano situada en su cintura y entonces…
En medio de la fría noche, sin saber de dónde vino, una joven muchacha lo despertó del agradable sopor del que estaba preso. Se sintió decepcionado por ser devuelto a la realidad tan abruptamente, pero más aún de la mano que pronto recurrió a su mejilla y le apartó el rostro. Por voluntad propia seguramente no lo habría realizado tan pronto, mas era quizá la hora de concluir el eterno abrazo y retornar a lo que había sido antes; o marchar, según parecía el plan contrario.
Así, estando completamente incorporado, dirigió la mirada hacia sus particulares ojos y sonrió a sus palabras. –El placer ha sido mío. Muchas gracias… por darle un giro a la noche. –Recibió la atención en sus cabellos y se apartó un par de pasos luego de ser liberado, sin embargo, a su invitación respondió: -Probablemente en mi mesa no me extrañen. Permite que sea yo quien te acompañe hasta la salida.
Dicho esto se adelantó en pocos segundos, volteó brevemente para dedicarle un guiño y dirigió sus pasos de vuelta al salón. Allí, de la forma más ágil que pudo, sorteó el movimiento de la masa manteniéndose bien cerca de las paredes y esperando salir en una pieza. De ese modo, concluido el tramo, suspiró con alivio, cruzó el umbral y volteó en busca del mayor.
Hasta esos minutos donde eran los propios dedos quienes exploraban la cabellera contraria, la situación ciertamente carecía de inconvenientes, puesto que sin importar lo vulnerable que fuera su tacto, de una u otra manera lograba ejercer control sobre sí mismo. No obstante, en cuanto la situación se revirtió y las cubiertas manos de su compañero se aventuraron en su nuca ya no hubo lugar para el autogobierno. Desde la zona emanó naturalmente una corriente electrizante, que bajando por la columna llegó a sus extremidades, provocando suaves e involuntarios temblores. Aquello ciertamente diluyó de su mente cualquier idea que pudiera estar preocupándole en ese momento, y tras superar la impresión, su cuerpo cedería nuevamente. Los ojos comenzarían a cerrarse, el mentón se reacomodaría sobre el soporte de sus hombros y las manos con las que abrazaba al otro subirían por su espalda otro tanto, estrechándole suavemente. Permanecería allí unos segundos antes de notar, entre muchas otras sensaciones, la mano situada en su cintura y entonces…
En medio de la fría noche, sin saber de dónde vino, una joven muchacha lo despertó del agradable sopor del que estaba preso. Se sintió decepcionado por ser devuelto a la realidad tan abruptamente, pero más aún de la mano que pronto recurrió a su mejilla y le apartó el rostro. Por voluntad propia seguramente no lo habría realizado tan pronto, mas era quizá la hora de concluir el eterno abrazo y retornar a lo que había sido antes; o marchar, según parecía el plan contrario.
Así, estando completamente incorporado, dirigió la mirada hacia sus particulares ojos y sonrió a sus palabras. –El placer ha sido mío. Muchas gracias… por darle un giro a la noche. –Recibió la atención en sus cabellos y se apartó un par de pasos luego de ser liberado, sin embargo, a su invitación respondió: -Probablemente en mi mesa no me extrañen. Permite que sea yo quien te acompañe hasta la salida.
Dicho esto se adelantó en pocos segundos, volteó brevemente para dedicarle un guiño y dirigió sus pasos de vuelta al salón. Allí, de la forma más ágil que pudo, sorteó el movimiento de la masa manteniéndose bien cerca de las paredes y esperando salir en una pieza. De ese modo, concluido el tramo, suspiró con alivio, cruzó el umbral y volteó en busca del mayor.
Jung Hae Won [Harahel]- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 12/05/2015
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