[ Privado-Zaphkiel/Hyoyeon] Atendiendo al llamado

Y ahí estaba, una vez más dentro de las majestuosas instalaciones. La última vez que había estado ahí fue justo después de separarse de Stelle y Zaphkiel luego de haber regresado a su consciencia en Budapest... Si bien no había pasado más de un año, de alguna manera se sentía como si hubiesen sido siglos. Había sido recibido por los de su propio grupo, muchos vivían ahí tiempo completo, rezando, enseñando a los jóvenes que entraban a formar parte del grupo... Básicamente, creaban jóvenes puros y letrados en la palabra de Dios para así ofrecerlos al servicio de los ángeles. Tal como hicieron con él, sólo que en su caso particular, él estaba destinado a algo mucho más grande...

Soltó un largo suspiro mientras lo hacían pasar a una de las lujosas salas de espera. Eran edificios apartes que usaban para las reuniones formales, enormes jardines, piso de mármol... Interiores barrocos. Simplemente bello y ostentoso. Odiaba eso, realmente lo hacía, pero no podía quejarse puesto que caería en oídos sordos, ¿Quién era él para cambiar la vida de los altos mandos de la iglesia? No importaba que Dios sintiese vergüenza, ellos estaban convencidos de que merecían esos lujos.

"Espera aquí, Zaphkiel vendrá pronto" fue lo que le dijeron y así lo hizo. Cruzando una pierna y dejando la gruesa gabardina gris que llevaba acomodarse. Una bufanda negra tejida rodeaba su cuello y lo protegía del frío, además de esconder las mordidas en su cuello que si bien ya no sangraban, vaya que dolían. Pensativo, miró hacia el jardín a través de la gran ventana corrediza que daba paso al mismo. Unas aves pequeñas y azules jugueteaban en la fuente.

La espera se le hacía eterna, ¿Era normales sus deseos de volver a ese estado de letargo por el que estuvo tanto tiempo? De alguna manera, aquellos momentos no habían sido terribles si se tomaba el tiempo de recordarlos... Soltó un suspiro cuando el sonido de unos pasos lo alertó, su mirada inmediatamente se fue en dirección de la recién llegada, la sensación encantadora y dulce que llenaba la habitación fue una que le hizo sonreír de inmediato y relajar sus facciones, cuanto había deseado experimentar esa sensación...

Su primera acción fue comenzar a inclinarse en un cordial saludo, respetuoso y acorde con lo que le habían enseñado, sin embargo, ella le ganó el movimiento al rodearlo entre sus brazos. De inmediato, su rostro se sonrojó, experimentando un considerable acelere en su pecho. Tragó saliva con dificultad, recordando, de esa manera completamente vivencial, que el ángel era justo de esa manera.- M-muchas gracias... Zaphkiel - susurró con suavidad, quedándose con el cuerpo completamente quieto y sin atreverse a tocarla, pues era impensable. Sin embargo, posó las manos sobre los hombros de la joven tan sólo para apartarse un poco y mirarla.- Tuve algunas cosas que hacer... en verdad, lamento haber estado tanto tiempo fuera - respondió, recordando por unos instantes ciertas circunstancias con un vampiro y negando levemente para sacudir la idea de ahí.- ¿Y los niños? ¿Y Stelle? ¿Mike? ¿Erina?... - fue lo primero que tuvo que preguntar, aunque no era por eso por lo que había venido y avergonzado de su interés personal, carraspeó.- Recibí un mensaje de él... Quiero saber si no soy yo el que está alucinando o realmente Mikael volverá.